Preside esta plaza la primera Catedral renacentista de España, proyectada por Diego de Siloé y construida en el lugar donde estaba la Gran Mezquita.
Siendo una de las catedrales católicas más grandes del mundo (por detrás del Vaticano y Sevilla), hay un hecho llamativo: su única torre campanario, que no coincide con el proyecto original de dos enormes torres de 81 metros a ambos lados de la fachada principal. Estas torres no terminaron de materializarse por diversos problemas (fundamentalmente por el peso de las grandes piedras y la cimentación) pero, de haber sido así, tendrían este aspecto:
Como curiosidad, la torre estuvo habitada hasta hace relativamente poco (1989) por Don Santiago Martín, el último campanero de la Catedral que lo fue desde niño y hasta los 77 años, convertido en una especie de ermitaño haciendo su vida allí arriba y bajando poco o nada. Se cuenta que se le podía ver asomado al mejor y más monumental balcón de la ciudad, colgando sus ropas a secar, cuando no estaba dedicado a sus tareas de diario, que incluían la limpieza y engrase de una forma especial de las dieciséis campanas, pero también el cuidado de sus gallinas, conejos, y hasta dos cerdos por año que criaba con esas vistas.

Una de las campanas, la del lado de Cárcel Baja, no sonó durante nada menos que 100 años, ya que fue sometida a juicio por el cabildo catedralicio al causar la muerte del campanero de entonces (1890) por un giro inesperado de los acontecimientos (y de ella misma, suponemos). Cien años y un día de silencio le cayeron a la campana «asesina».
Entre las muy numerosas Capillas de esta Catedral destaca por motivos hitóricos la Capilla Real, anexa al edificio principal y donde descansan los Reyes Católicos (a pesar de Doña Isabel, que hubiera preferido quedarse en el monasterio de San Francisco en la Alhambra, como así reflejó en su testamento; sin adornos, además, pedía). También se encuentran reposan aquí los restos de su hija, Juana I de Castilla (a la que llamaban «la Loca») y su Felipe («el Hermoso»). Ya veis, así es la historia.

Terminaremos con el nombre de la plaza: Las Pasiegas. Otra curiosidad más que debió tener su importancia como para quitarle el nombre a la posiblemente «plaza de La Catedral», o la «plaza de las flores», por el comercio que existía… Los hechos parecen apuntar a la presencia de nodrizas, amas de cría, que tenían alta fama: procedentes del valle del Pas, en Cantabria, alimentaban con su leche a hijos de la nobleza y alta burguesía. Pero… ¿Por qué pasiegas? Esto que contamos de Granada (alrededor del s. XIX) viene de un par de siglos antes, cuando las nodrizas de aquella zona ya eran comunes entre los borbones. La fama hizo que los nobles quisieran imitar a la realeza, generando migraciones de mujeres cántabras en carretas para este cometido.

Reto en este punto
Consigue tu foto en la Plaza de las Pasiegas, señalando la torre de la Catedral.